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Guerra
híbrida contra Venezuela
(II):
Trump,
la CIA y los publicistas
Fernando Vicente Prieto
ALAI AMLATINA, 04/08/2017.- Las acciones
de guerra convencional siempre vienen precedidas por
declaraciones y acciones
político-diplomáticas. En el caso de las potencias con escala
imperial también
son habituales las sanciones o los boicots económicos, dentro
y fuera del país.
Todas ellas,
a su vez, son anticipadas por operaciones de prensa que
invariablemente se
mantienen hasta el final y a cada momento realizan balances y
proyecciones de
cara a la opinión pública.
Por debajo
de la trama más visible se encuentra una tarea decisiva, que
tiene que ver con
el conocimiento y la operación sobre el terreno y los diversos
actores. En este
plano actúan principalmente las oficinas de relaciones
exteriores, las agencias
de inteligencia y las fuerzas especiales de los diferentes
componentes
militares. Si hablamos de EEUU, las más conocidas son el
Departamento de
Estado, la CIA, aunque hay varias otras estructuras y unidades
involucradas,
como los SEALs y Fuerza Delta.
La guerra
híbrida implica,
básicamente, la
combinación de todos los elementos mencionados hasta aquí,
pero además le
otorga un creciente peso relativo a las operaciones
encubiertas. Es decir, a
las que nadie reconoce como propias, porque la publicidad de
estas acciones
-tipificadas en el código penal de cualquier país como actos
criminales-
restaría legitimidad a los argumentos oficiales, que se
refieren a nobles
objetivos como promover la libertad y la democracia o atender
crisis
humanitarias.
En el
libro Conflict in the 21st Century: The Rise of Hybrid Wars (2007),
el teniente de marina retirado Frank Hoffman, con larga
experiencia en
academias de Defensa norteamericanas, es uno de los primeros
en conceptualizar
la nueva doctrina. “Las amenazas híbridas incorporan una gama
completa de modos
diferentes de guerra que incluye capacidades convencionales,
tácticas y
formaciones irregulares, actos terroristas con violencia e
intimidación
indiscriminada, y desorden criminal. (…) Estas actividades
multimodales pueden
ser realizadas por unidades separadas o por la misma unidad,
pero generalmente
son dirigidas y coordinadas (…) para lograr efectos sinérgicos
en las
dimensiones física y sicológica del conflicto”, sostiene allí.
La
descripción cuadra exactamente con la situación que se
desarrolla en Venezuela
desde hace muchos años, y que tiene como momentos de máximo
tensión al primer
semestre de 2014 y a la actualidad.
Guerra
económica, desconocimiento de las instituciones y llamados a
la insurrección,
sicariatos y acciones paramilitares, atentados con explosivos,
destrucción del
transporte público, entre otros, son ejemplos de acciones
políticas encaminadas
al mismo objetivo, que se realizan con el ocultamiento -o la
justificación- de
los medios más poderosos del mundo.
Esa es la
base sobre la que se montan las declaraciones
político-diplomáticas y en un
extremo, cuando ya sea evidente o no quede ninguna otra
opción, la declaración
de guerra, convencional o como “fuerza de paz y
estabilización”, que es lo
mismo que la declaración de guerra pero con mejor cobertura,
sobre todo si es
asumida entre varias naciones y amparada por algún organismo
multilateral.
¿Hasta dónde
llegará Trump?
A la par de
la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente y el
debilitamiento en
número (y crecimiento en violencia) de las protestas
opositoras, en los últimos
días se registró una intensificación de las amenazas de
carácter militar por
parte de EE.UU.
El 20 de
julio, en el Aspen Security Forum 2017 realizado en esta
ciudad estadounidense
de Colorado, el director de la Agencia Central de
Inteligencia, Mike
Pompeo, aseguró que tenía que ser cuidadoso en sus
palabras:
“Estamos muy esperanzados de que pueda haber una transición en
Venezuela”.
“Desde la
CIA estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para entender la
dinámica allí,
para comunicársela a nuestro Departamento de Estado y a otros,
como los
colombianos. Acabo de estar en Ciudad de México y en Bogotá la
semana pasada,
hablando sobre este tema, tratando de ayudarlos a entender las
cosas que ellos
podrían hacer para tener un mejor resultado en su porción del
mundo y en
nuestra porción del mundo”, dijo.
Pompeo no
hizo más que blanquear algo que era bastante obvio, y que se
puede observar a
partir de la ofensiva que estos países, acompañados por
Brasil, Argentina,
Perú, Chile, Paraguay y Honduras, entre otros, desarrollan en
la OEA, en el
Mercosur y en todos los foros posibles.
En este
contexto es significativo analizar una entrevista a Eric
Vergara, presentado
como ex agente de inteligencia norteamericana y “experto en
seguridad nacional”,
realizada el 27 de julio por el canal El Venezolano TV,
que tiene
sede en Miami y filiales en Madrid y en Panamá.
Vergara
aseguró que tiene fluida comunicación con varias fuentes de la
“comunidad de
inteligencia” y que EE.UU. se apresta a realizar una
intervención militar junto
a “unidades de asunto civil” del Departamento de Estado.
“En 72 horas
tenemos a Venezuela controlada, tácticamente y
estratégicamente con control de
su gobierno, junto al Departamento de Estado, el de Justicia
de EE.UU. y
asuntos civiles comenzamos a implementar control de los
gobierno locales y a
meter lideres”, alentó Vergara, quien considera que esa es la
única solución
para impedir que Venezuela se transforme en una nueva Cuba.
“(Después
del ataque militar) lo primero que se hizo en Irak fue mandar
unidades de
asuntos civiles”, relató. “Luego se establece un gobierno
intermediario y allí
el Departamento de Estado empieza a trabajar no solamente con
líderes de la
oposición en Venezuela, sino también con los que están en el
exilio, para
implementar un gobierno temporario y (después de todo eso)
tener elecciones
libres”, dijo. Nadie mencionó que en los últimos 18 años en
Venezuela se
hicieron 21 elecciones y que el período presidencial en curso,
según mandato
constitucional, recién finaliza en abril de 2019.
Pero si
faltaba algún elemento para preocuparse, lo ofreció el New
York Times el
1 de agosto. En un artículo firmado por Nicholas Casey, el
influyente periódico
analizó que las elecciones de la Asamblea Constituyente
representaron “un golpe
dramático a la oposición venezolana”, que “no había estado en
un punto tan
bajo” desde el fallido golpe de Estado contra Chávez en abril
de 2002.
El análisis,
que no considera como posibilidad el establecimiento de un
diálogo sobre la
base del reconocimiento del chavismo y el respeto a la
votación popular,
plantea que las alternativas de la oposición son “limitadas”,
pero sólo
desarrolla explícitamente una: intensificar las protestas en
las calles.
“Aunque dado
que el gobierno comenzó a prohibir las manifestaciones
callejeras el fin de
semana de la votación constituyente -afirma falsamente-, no
queda claro si esa
opción siquiera será viable”. Así finaliza el artículo,
dejando abierta la
pregunta de cuál será entonces la opción que “le queda” a
EE.UU. para derrocar
el gobierno de Venezuela, como en las últimas semanas han
exigido Pompeo, el
secretario de Estado, Rex Tillerson y el propio presidente
Donald Trump.
@FVicentePrieto
Primera
parte: Guerra
híbrida contra
Venezuela: ¿Hasta dónde llegará Trump?
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