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miércoles, 29 de agosto de 2012

Tinkunaco 1.309/12 - Re: Homenaje a los abogados víctimas del terrorismo de estado

A:
Angel Gerardo Pisarello
Rafael Dionisio Fagalde
Dardo Francisco Molina
Elda Leonor Calabro
Enrique Gastón Courtade
Jorge Ernesto Turk
Juan Domingo del Gesso
María Cristina Bustos
Mirta Graciela López
Victor Jacobo Noe

El pasado día 28 de agosto, en el marco del mes del abogado, y a los 35 años del la Noche de las Corbatas, tuve el honor inmenso e inmerecido de hablar en nombre de la Comisión de Derechos Humanos del Colegio de Abogados de Tucumán.

En dicho acto, se entregó un diploma a los homenajeados, en las personas de sus familiares que decía: 

“La Abogacía de Tucumán, al abogado/a  _______ en reconocimiento a su compromiso absoluto con la vigencia del sistema de derechos y garantías de la Constitución Argentina, el Sistema democrático de gobierno y los derechos fundamentales de los hombre que habitan el suelo Argentino”

comparto con Uds, por pedido del Presidente del Colegio de Abogados, Abob. Eudoro D. Araoz, el texto leido en dicho acto:

Cuando presentamos la solicitud al Colegio de Abogados de Tucumán de que se rindiera homenaje a los Abogados asesinados o desaparecidos por la Dictadura, el tema parecía tener un número preciso, pero, como corresponde a un ámbito abierto al debate, voces coherente propusieron que se incluya a todos los que sufrieron algún tipo de amenaza, desde la verbal hasta las bombas en sus estudios.
Luego vimos que los sucesos no respetaban incluso períodos de gobiernos. Encontramos entonces otro hilo conductor. Y concentrado en preparar estas palabras vinieron a mi memoria ciertos hechos que me ayudaban a pensar.
Cuando Domingo Cavallo propuso un modelo de interpretación de los conflictos sociales, que denominó “la industria del juicio”, no hacía más que reproducir lo que los militares, y todos los autoritarios piensan de la abogacía: Personas molestas que no se acomodan a las circunstancias, que no entienden de razones, que no sabe de economía, que no entienden de geopolítica, que no saben de razones de estado, del ser nacional, y por supuesto no saben obedecer.
Ciertamente que el poder, y el poder absoluto de forma absoluta, golpea a todo el cuerpo social sin distinciones de profesión actividad ni estrato social, todos hemos sido afectados; Pero la nota distintiva en la abogacía está dada en que el enfrentamiento con el poder no deriva de la creencia política, ni la actividad social de la persona, su enfrentamiento con el poder nace del simple hecho del ejercicio profesional.
Las abogadas y abogados que homenajeamos no tenían otros lazos comunes con sus clientes, que el de ejercer la defensa de sus derechos esenciales de libertada y vida, derechos laborales, o políticos.
Por eso, en realidad venimos a rendir homenaje a la Abogacía, ejercida en su forma más alta y elevada por las mujeres y hombres cuyos nombres están en nuestra mente y en nuestros corazones y sus lugares reservados, en este homenaje en las sillas que hemos colocado el sitial de honor.
Rendimos también homenaje a los que soportaron amenazas, disparos, bombas, miedo, terror, homenaje que es expresado por su Colegio Profesional.
La abogacía de Tucumán rinde homenaje porque no quiere, ni puede olvidar.
No puede hacerlo porque en la base misma del ejercicio profesional se encuentra el conflicto con el poder, de toda naturaleza y entidad.
Pero además no quiere hacerlo porque no puede traicionar el legado de quienes ofrecieron su vida.
La historia no ha terminado, y como proclamaban los reformistas en Córdoba, los dolores que quedan, son las libertades que faltan, y en esas luchas, en esa puja, los actores sociales, los luchadores que hacen correr la rueda de la historia, necesitan de una abogacía formada técnicamente, pero fundamentalmente que crea en el derecho, que respete y esté dispuesta a hacer respetar la Constitución.
La democracia no es natural, la hormigas, las abejas, tiene organizaciones naturales, escritas genéticamente, los humanos construimos culturalmente nuestras sociedades, y la democracia es su construcción más excelsa.
Por eso este colegio ni puede ni quiere olvidar, porque la natural tendencia al abuso, que lleva consigo el poder ilimitado y sin parámetros, no ha desaparecido, pulula por doquier, en las casa, en las aulas, en las instituciones, en las relaciones de pareja, en el gobierno, el las legislaturas, el los tribunales, en nuestros estudios.
La cultura democrática se construye y se cultiva día a día, y la lucha por su vigencia es lucha cotidiana también.
Nuestra lucha presente no tienen la dimensión, ni de los riesgos que tomaron las y los colegas a quienes rendimos homenaje.
No estamos cerca de tan gran sacrificio, y ello gracias a que ellos lo hicieron antes por nosotros y sus frutos están presentes en nuestras vidas a cada minuto. No necesitamos de tamaños riegos, el precio de vivir hoy en democracia ya lo pagaron ellos.
Por eso la necesidad de este acto, porque el recuerdo no basta, necesitamos del compromiso de la abogacía con los valores que encarnaron.
Porque el homenaje no sirve si no abonamos la semilla que dejaron, porque no nos da la altura para mirarlos frente a frente, pero la conciencia de nuestras limitaciones nos permite cobijarnos en su sombra.
Porque no los conocí pero los admiro, porque no son mis amigos pero los extraño, porque no son mi familia pero los quiero, porque puedo educar a mis hijos en libertad que Ustedes colegas que hoy honramos, no disfrutaron, porque no podemos prescindir de Ustedes, por eso es este acto y este homenaje, porque para este Colegio de Abogados de Tucumán, al decir sus nombre, respondemos: “presentes”

Cordiales saludos
Pedro
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              Pedro Eugenio Guaraz
                        Abogado

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